domingo, 28 de junio de 2009

COEDUCACION







COORDINACIÓN DE COEDUCACIÓN (RELATO)





Todos y todas los que aquí nos sentamos hoy tenemos la obligación de velar para que los alumnos y las alumnas de este centro terminen el curso pensando y actuando de forma que no haya distinciones entre hombres y mujeres, amigos y amigas, compañeros y compañeras.



Trabajando en equipo será fácil enseñarles la tarea, que como educadores y educadoras se nos impone cada vez con más fuerza.



Fijaos que me han llegado datos fiables en el que la Comunidad Andaluza está a la cabeza en lo que a este tema se refiere. Es la que lleva más años trabajando sobre la Coeducación, de modo que el currículum es extenso y tenemos gran cantidad de material para trabajar en las clases.



En algunas ciudades importantes, no hay ni siquiera Instituto de la Mujer



-¿Interrumpo?- dice la conserje asomando la cabeza por la puerta entreabierta.



-¿Qué pasa Julia?- responde, con una pregunta, el director



-Aquí hay un padre que dice querer hablar con los profesores de sus hijos.



-¿Qué padre?



- Dice que tiene dos hijos en el Centro. Eso ha dicho, Lucio Caballero es su nombre.



-¿Caballero? ¿dos hijos?- se miran preguntándose unos y otras.



-Ah, ya sé, Manuel en tercero y Lucía en segundo- resuelve alguien.



-Vaya, dos hijos ¿Por qué no dos hijas?- comenta la coordinadora de coeducación.



-Bueno, es mejor que vayáis- dice el director- seguiremos sin vosotros.



Jesús, Antonio, Luis, Rafael, Eustoquio y Bernardo salen dejando tras de sí un sinfín de murmullos.



-Buenos días- dijo Rafael- adelantándose a los demás.



-Soy Lucio Caballero ¿ustedes son los profesores que le dan clase a mis hijos?



-Si, así es.



-¿Y es que sólo tienen seis asignaturas? ¿y les dan los mismos profesores a los dos?



-Claro, tienen más asignaturas, por supuesto y algunos les damos a los dos.



-Pues ¿por qué no están aquí los demás? Yo he pedido claramente que estén todos los profesores que imparten clase a mis hijos.



-Ha habido un malentendido señor, ahora llamamos al resto.



Cuando volvieron a entrar en la Sala de profesores (y profesoras), se dirigieron a sus compañeras, cuchicheando y riéndose por lo cómico de la situación.



Una vez que todo el profesorado estuvo allí, el señor Caballero dijo:



-El motivo de mi visita es comunicarles que mi hija va a faltar con regularidad al Instituto porque tiene que quedarse en casa haciendo las tareas y cuidando a su hermano pequeño, ya que su madre y yo salimos a trabajar temprano. He venido para que ustedes tengan presente este tema a la hora de contarle las faltas. Ya se que es obligatorio venir, pero es imposible en nuestra situación. Tiene que ayudarnos.



-Pero Lucio, dijo Ana, la tutora de su hija, si Lucía es muy pequeña aún para esas responsabilidades ¿no podría solucionarse de otra forma?



-No hay más solución, además, ¿qué tiene ella que perder?, así aprenderá pronto a llevar una casa y estará preparada para cuando tenga una familia.



-¿Y Manuel? ¿Por qué quería usted hablar con sus profesores y profesoras?- dijo Eustoquio que no podía dar crédito a lo que estaba escuchando.



-De Manuel, lo que quería decirles es que le aprieten bien las tuercas y si hay que darle pues se le da, que ya dice ese refrán que la letra con sangre entra.



Manuel no puede ser como yo, toda la vida trabajando para cuatro pesetas, el será un médico de fama, o un ingeniero, o un arquitecto.



He tenido que venir yo a decirle a ustedes estas cosas porque su madre es muy blanda y no quiere que Lucía se quede en casa, pero yo ya le he dicho que dónde va a estar mejor que casada con un buen muchacho trabajador que le lleve el sueldo a casa.



Mírate tú, le he dicho ¿no te trato como a una reina?¿te falta algo?



Y ella se ha echado a llorar, no se que ha dicho de libertad, porque iban a dar el derby Sevilla-Betis y le he dicho que me traiga una cerveza fresquita.







Mercedes Marín del Valle



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