lunes, 9 de marzo de 2009

Carnaval de científicas

Buscando anécdotas en Internet, encontré en un foro lo siguiente:
Antonio Burgos, columnista del diario ABC, escribía un artículo criticando a Mónica López porque iba a sustituir a José Antonio Maldonado como Hombre del tiempo en TVE .No me parecen mal las críticas, siempre y cuando tengan fundamento, que en el artículo de este columnista brillan por su ausencia.
un párrafo muy significativo:
A Maldonado lo sustituye una Sorayita, una Leire, una Bibiana, una señora joven, que es la moda: Mónica López, de 22 años, que tiene de Meteorología la misma idea que usted y que yo, pero que viene de un sitio de donde ni usted ni yo procedemos, de la TV3 Catalana, más bien Montillana.
Para empezar, señor Burgos, Mónica López no tiene 22, sino 33 años. Y esta señora joven, esta Sorayita, Leire o Bibana, citando sus detestables palabras, es licenciada en Ciencias Físicas, especializada en Física de la Tierra y del Cosmos y ha presentado el tiempo en TV3 durante cuatro años; así que puede estar bien seguro de que tiene bastante más idea de meteorología que usted y yo juntos.
La crítica va por tres caminos: por ser demasiado joven y no tener ni idea de meteorología, por ser catalana y por ser mujer. De los dos primeros caminos he leído numerosas respuestas. Pero no he encontrado un artículo de un blog, columnista u organización que se haya levantado contra lo más terrible: CRITICARLA POR SER MUJER. Y teniendo en cuenta que es el principal argumento (de hecho, el título del artículo es El hombre del tiempo, una señora) me ha sorprendido.
la mujer ha sido relegada siempre a un segundo plano en el protagonismo de la sociedad, incluyendo la ciencia.
Hay que recordar las dificultades que han tenido y siguen teniendo las mujeres al intentar entrar en el mundo de la ciencia.
El hombre siempre ha tenido una actitud negativa basándose en que las mujeres eran incapaces de hacer una labor matemática seria. Immanuel Kant decía que era tan posible que las mujeres tuvieran barba como que “preocuparan sus hermosas cabezas con la geometría”. Teniendo en cuenta lo citado que es este filósofo en tantos sitios, es para pensárselo.
Y no es cierto. Hay grandísimos contraejemplos.
Grace Chisholm Young (1868-1944) jugó un papel clave en el perfeccionamiento de la teoría avanzada de la integración. Era la más pequeña de cuatro hermanos, todos hombres. Sólo le enseñaban lo que quería aprender: cálculo mental y música, que le enseñó su madre hasta los 10 años. A los 17 pasó los exámenes de Cambridge, pero no le dejaron seguir estudiando por ser mujer. Más tarde a los 21 años decidió continuar estudiando.Para proseguir su carrera como matemática debió abandonar su país, pues en él aún no era posible que una mujer se doctorase, e ir a Göttingen. Grace consiguió doctorarse y la podemos considerar como la primera mujer que consiguió doctorarse en matemáticas de una forma “normal”.
Sophie Germain tenía que escribir con un seudónimo. Por ser mujer se le prohibió entrar en las aulas de la Universidad y tenía que escuchar detrás de la puerta o aprender de las notas de sus colegas varones. Tuvo, sin embargo, la suerte de poder tener acceso a la biblioteca de su padre.
Mary Somerville espiaba en las sesiones de tutoría de su hermano.
Sophia Kovalevsky tuvo que vencer las reticencias de sus padres y casarse de forma convenida con Vladimir Kovalevsky, un paleontólogo que accedió a este matrimonio ficticio.
Julia Robinson contribuyó a resolver el décimo problema de Hilbert. Recibió el premio MacArthur y fue citada como mujer triunfadora en un campo de varones. Posteriormente dio un toque de atención, ante el cual, a los varones se les debería caer la cara de vergüenza:
Toda esta atención ha sido gratificante pero también embarazosa. Lo que yo soy realmente es una matemática. Más que recordada como la primera mujer en esto o aquello, preferiría ser recordada como una matemática, debería serlo, sencillamente, por los teoremas que he demostrado y los problemas que he resuelto.
Por suerte, esas barreras han caído actualmente. Durante el año académico 1990-1991 el 47% del total de licenciaturas en matemáticas de los EEUU fueron mujeres.
Ahora mezclemos todo esto con el rol histórico de las mujeres: estar en casa, criar los hijos, cocinar, coser, atender las necesidades domésticas, etc. Cabe preguntarse si esos hombres hubieran llegado donde llegaron si no hubiera sido por la presencia de alguna abnegada mujer cercana.
La falta de protagonismo de las mujeres en una sociedad es un signo de falta de desarrollo cultural de esa sociedad y de que algo no funciona.
En fin, señor Burgos. A ver si sus futuros artículos son de auténtica opinión y no de descalificaciones vacías de argumentos.
Fuentes:“Marie Curie y su tiempo”, José Manuel Sánchez Ron“El poder de la ciencia”, José Manuel Sánchez Ron
Publicado por Lidia Román Florido. 1ºBCT.

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