domingo, 12 de abril de 2009

Más de mansiones terroríficas...:-S


En este caso, es nuestro compañero Javi Ordóñez, de 2º de ESO C quien se lanza a hacernos pasar un buen rato...¡de miedo! Como ya veis, no hay que ir a la Rumanía del Conde Drácula para encontrar mansiones encantadas, ni fiarse de las apariencias idílicas. Así que ¡cuidadito con las próximas vacaciones que planeeis!Espero que os guste y os animéis a enviar vuestras propias colaboraciones.

La mansión tropical


Las pasadas las vacaciones de verano, mis amigos y yo, decidimos viajar hacia un bosque tropical. Al llegar decidimos introducirnos en el bosque, en el que había todo tipo de frutas, muchas de las cuales nunca habíamos oído nombrar. Tras el anochecer, decidimos volver al albergue para refugiarnos. Nos dimos la vuelta, pero tras ese giro, una impactante luz que se nos reflejaba en los ojos nos impedía ver nada. Tras apartar la vista, vimos un hombre en la ventana de una mansión destartalada, y ante la inminencia de una noche cerrada, decidimos entrar en ella. Al llegar, una voz que salía desde dentro, decía:”Entrad, entrad…”. Aunque el tono nos pareció algo fantasmagórico, decidimos pasar, y para nuestro “acongoje” nos recibió un hombre al que le faltaba un dedo de la mano derecha, lo que no hubiera tenido más trascendencia si no fuera porque también tenia los pantalones rotos, y en la mano izquierda sostenía amenazante un cuchillo de grandes dimensiones. Tras ver semejante escena nos miramos todos, y con solo una mirada decidimos correr hacia las habitaciones para ponernos a salvo, pero las sorpresas no habían terminado. Al entrar en la sala en la que íbamos a refugiarnos, reparamos en que había cuadros en los que los ojos de los personajes te seguían, telas de arañas, velas que se apagaban y encendían solas, y ventanas que se abrían y cerraban. Anonadados, no sabíamos que hacer; si entrar para “ponernos a salvo” pero con mucho miedo, o plantarle cara al anfitrión. Pasamos varios segundos angustiosos, tras ellos nos decidimos a plantarle cara, nos giramos, cogimos varios palos de madera cada uno, que estaban al lado de la chimenea para utilizarlos como leña. El hombre venia con una escoba, al verlo venir, nosotros decidimos atacar. “¡1,2,3, atacad!”.- grité, pero la sorpresa fue que al tocarlo con los palos desapareció y todo aquel hombre se convirtió en polvo…un polvo muy brillante que desapareció ante nuestros incrédulos ojos. Tras un breve debate, decidimos salir de la mansión y no volver más, lo cual implicaba no informar a las autoridades. Al fin y al cabo, la policía no puede resolver misterios de ese tipo…

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