martes, 4 de junio de 2013

OTRO CUENTO MATEMÁTICO

EL BOSQUE EXTRAÑO




De repente, escuché un sonido muy extraño: parecían los gritos de un niño.
Mi nombre es Nobita, Nobita Nobi. Soy alto, delgado y con gafas; mi pelo es negro, tengo los ojos verdes como esmeraldas y mi nariz es pequeña y achatada. Soy un chico feliz y contento (algunas veces me enfado), listo pero... lo que menos me gusta son las Matemáticas, pero aún así intento poner de mi parte para que acaben gustándome.
Me desperté en un gigantesco bosque oscuro. Escuché los lloriqueos de una niña pequeña, que estaba junto a un árbol sentada. Preocupado fui a preguntarle qué le pasaba, intenté tranquilizarla, pero era casi imposible. Al cabo de unos minutos ella me contó lo sucedido: habían atrapado a su hermano. Me dijo que se lo llevaron a un castillo, donde tenían que superar dos pruebas para rescatarlo. Le dije a la niña que estuviese tranquila, que lo iba a rescatar. Ella creyó en mí y se quedó en su casa tranquila. Partí hacia una nueva aventura.
La niña, que se llamaba Miriam, me dijo que el castillo estaba detrás de una colina junto a un río. Emprendí mi camino. Cansado y exhausto llegué a un camino que, a su vez, tenía tres nuevos caminos. Cada uno de ellos tenía un número. El primero tenía un 4, el segundo un 20 y el tercero un 10. Pensé que esta sería una de las pruebas que me comentó Miriam.
De repente un búho apareció junto a mi hombro y me dijo que para llegar a mi destino tendría que hallar la x; en este caso, 6x = 60. A mí no se me daban muy bien las Matemáticas; pensé y reflexioné que para que la x diera 60 tenía que hallar un número que al multiplicarlo por 6 diera 60. Imaginé una hoja de papel en mi mente: 6 ∙ ? = 60. Al cabo de cinco minutos di con la respuesta y le dije al búho que tenía que ir por el camino del número 10.
Continué mi viaje. El búho me preguntó si podía venirse conmigo y yo le contesté que sí. El búho dijo que sabía donde estaba el castillo. Anduvimos durante dos horas pero al final llegué. Allí me esperaba un hombre malo. Le pregunté por un niño; él me dijo que si resolvía un problema me lo daba. El problema era el siguiente:
En una clase había 5 chicas más que chicos; en total éramos 25. ¿Cuántos chicos y chicas había en mi clase?
Rápidamente volví a imaginar mi hoja de cálculos:
Chicos: x
Chicas: x + 5
Total: 25
x + x + 5 = 25
2x = 25 - 5
2x = 20
x = 20/2
x = 10
Rápidamente, dije: ¡Hay 10 chicos y 15 chicas! El búho me dijo: "Bien hecho". El hombre, asombrado, me dijo: "Toma, aquí tienes al niño". El búho y yo volvimos a casa de Miriam y ella nos dio las gracias.
De repente...

¡Era un sueño! Acabo de despertarme en mi cama. Me dije: ahora intentaré poner mi granito  de arena para comprender mejor las Matemáticas.

José Manuel del Pino Fernández, 1º ESO A

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