martes, 5 de mayo de 2009

Relatos acerca del mosaico de la calle Rodríguez de la Haza

Os presento los relatos que hemos compuesto con motivo del hallazgo del mosaico de la calle Rodríguez de la Haza de Carmona.Obviamente, son historias fantásticas, aunque basadas en este patrimonio de los carmonenses. Eso sí, están hechos con todo el cariño y son muy interesantes ¡Para mi todos son estupendos! Espero que os gusten!:-)

El mosaico misterioso, por Santiago García Freire (2º de ESO B)
Érase una vez una vez un niño llamado Rafa que vivía en Carmona y que siempre pasaba por un mosaico para ir de su casa al colegio. Una vez se retrasó al ir de vuelta y se le hizo tarde, muy tarde; estaba ya la puesta de sol cuando todavía estaba en camino y, cuando pasó por al lado del mosaico, se dio cuenta de que se veía de otra forma, era maravilloso. Juan no sé demoró mucho tiempo más porque se le haría de noche como siguiera así, pero cuando dejó atrás el espléndido mosaico Rafa oyó un ruido y retrocedió sin pensárselo hacia atrás y vio salir una luz del mosaico. Para su sorpresa de la luz salió un joven que parecía cansado y se desmayó. Rafa se apresuró a cogerlo antes de que cayese al suelo y se lo llevó corriendo a su casa…
Cuando llegó a su casa su padre no estaba y su madre le regañó porque estaba preocupada por su tardanza, pero cuando vio al otro adolescente enseguida se puso a hacer preguntas mientras intentaba reanimarlo. Rafa le dijo que salió del mosaico y que no lo conocía; cuando despertó el extraño joven dijo que se llamaba Teo y que se quedó atrapado en el mosaico cuando se terminó de construir, solo porque pasaba por allí cuando apareció otra vez esa extraña luz y que pasó todos estos años allí viendo pasar el tiempo y que no pudo descansar durante todos esos días. Entonces llegó el padre de Rafa y todos se pusieron a discutir qué hacer con esa ardua situación. Entrada la noche los padres de Rafa seguían hablando sobre el tema y habían mandado a dormir a Rafa y a Teo; al final decidieron que lo mejor sería que se quedara con ellos, ya que no podían hacer que Teo volviera a su casa ni podían “encerrarlo” como a una bestia otra vez en el mosaico.
Por la mañana los padres de Rafa contaron la idea a ellos y les encantó la idea a ambos, por lo que Rafa y sus padres tuvieron a uno más en su familia

Una caja llena de historia, por Rosa Macías (2º de ESO C)
Hace ya algún tiempo, cuando aún no existía televisión y la Play era ciencia ficción, en una bonita y próspera ciudad llamada Carmona, vivía un niño de pequeña estatura y de 10 años de edad llamado Raúl. Habitaba en una pequeña y humilde casa solo con su madre, pues su padre había fallecido hace unos años.
Era muy inteligente, y ayudaba a su madre, pero lo que más le gustaba era hacer puzzles. Siempre en su cumpleaños, su madre le regalaba uno, y en uno o dos días ya lo tenía hecho.
Un día, fue al mercado a comprar, y por el camino, en una gran extensión sin construir, se entretuvo haciendo agujeros y castillos en la arena. De repente, mientras cavaba, vio algo bajo el suelo y lo intentó sacar. Era una caja de gran tamaño, muy antigua y con mucho polvo. Entonces, mirando a todos los lados por si había alguien la cogió aunque pesaba un montón y se la llevó a su casa para ver qué había dentro.
Nada más llegar, saludó a su madre, le dio lo que había comprado y, a continuación, se dirigió directamente a su habitación. La madre se extrañó, porque siempre al llegar se quedaba con ella hablando o ayudándola en sus tareas.
Allí, en su cuarto, Raúl se preguntaba qué sería, si juguetes de madera -lo que en su interior él deseaba-, piedras...
No sabía cómo abrir la caja, pero tiró fuerte del asa que tenía y finalmente lo consiguió.
Había piezas de distintos colores, “¡parece un puzzle!”.- pensó Raúl, pero no estaba seguro. Se lo preguntó a la madre y ella le dijo que podría ser un mosaico por la forma de las piezas, aunque no lo sabía con seguridad, que si lo quería construir tenía que ir poniendo pieza a pieza como un puzzle. Eso a Raúl le encantó y decidió empezarlo al día siguiente, pues era muy tarde y se tenía que acostar.

Había un sol brillante la mañana siguiente. Raúl pensó que sería una buena idea hacer el mosaico en su jardín. Le parecía mucho más complicado que un puzzle, pero como era tan inteligente, fue haciéndolo poco a poco.
El primer día sólo puso 50 de las miles de piezas que tendría. Cada día estaba más impaciente e intrigado de cómo podía ser la imagen resultante.
Aproximadamente 20 días más tarde, lo terminó de construir. Estaba alucinado. No sabía muy bien quién era la figura que estaba representada, aunque suponía que era un antiguo dios por la majestuosidad de su porte y la luz que desprendía.
Fue a llamar a la madre, para que lo viera, y cuando salieron al jardín, Raúl vio algo extraño pero no sabía qué. De repente se acordó de la figura que recordaba en el mosaico. No era la misma que había ahora. Se extrañó, se quedó pensativo pensando en los motivos de dicho cambio.
Todas las personas de Carmona que pasaban por su casa miraban el mosaico, intentando buscar una explicación, hasta que se fue convirtiendo en una leyenda que traspasó las fronteras de Carmona. No paraban de venir visitantes y Raúl, que se había dado cuenta con el paso del tiempo que cambiaba al darle la luz del Sol, y su madre, estaban cansados, ya que no podían ni dormir. A Raúl, entonces, se le ocurrió una idea: enterrarían aquel mosaico, y así se librarían de la gente y de aquella leyenda.
Pasaron muchísimos años, Raúl y la madre fallecieron, la casa quedó en ruinas, pero aquel mosaico seguía enterrado.
En el año 2008, mientras se arreglaban unas tuberías al lado de la plaza de Abastos, descubrieron un mosaico, el mismo que Raúl había enterrado hace tantos años en el jardín de su casa.
Ahora, el mosaico se encuentra en el museo de Carmona, y todos van a visitarlo. Se cree que estaba construido desde el siglo II o III d.C, pero están confundidos, ya que es de la época en la que vivía Raúl. Aunque las piezas datan de esa época, fue Raúl el encargado de construir con ellas la imagen que hoy todos disfrutamos.


El mosaico y la luz , por Marina López Sánchez (2º ESO C)
Karmo, siglo III
En aquel entonces nuestra localidad era ya una ciudad muy grande. En ella vivían algunas familias distinguidas, aunque con el tiempo se fueron marchando ,quedando allí la gran mayoría de gente pobre y algunos adinerados. Se podría decir que destacaba una lujosa mansión, que había sido de una familia noble encargada de la agricultura local. La dueña de aquel negocio era la familia Tames. Caius Tames, el patriarca, era muy rico ya que los beneficios que obtenía con la agricultura eran enormes. Pero a pesar de aquello, un día de repente, aquella familia se fue, dejando allí sus posesiones. La mansión en la que vivían con el paso del tiempo se ha ido deteriorando, pero hay un elemento que ha permanecido casi intacto. Se trata de un gran mosaico que adornaba el patio de aquella vivienda .Aquel mosaico representaba al dios Vertumnus. La leyenda cuenta que cada cambio de estación, cuando la luz del sol daba directamente en la cara de Vertumnus, Caius Tames ordenaba sembrar lo que en aquella estación tocase, y que si lo sembraba justo el día en que eso sucedía ,significaría prosperidad de la cosecha. Por el contrario, si no seguían aquel ritual, sería la ruina para toda la ciudad, así que Caius se encargaba de que todo marchara bien .Pero en el año de la desaparición de aquella familia eso no sucedió y Karmo sufrió un caos tremendo. Hubo grandes epidemias, el comercio y la agricultura no marchaban bien , y la gente abandonó la ciudad.
Con el paso de los años Karmo volvió a habitarse y ser la ciudad populosa que en tiempos había sido. La gente que vivía en ella eran campesinos y algún trabajador que no tenia sitio a donde ir. Karmo ya no era una ciudad con gran agricultura y comercio, pero aún así la gente vivía allí, con la esperanza de que volviera la ciudad esplendorosa que había sido unos años atrás.
Un día llego a Karmo una joven hermosa y rica, que provenía del extranjero y decía llamarse Camilia Tames. Al parecer era la nieta de Caius, venía –según dijo- a arreglar unos asuntos.
Camilia era una joven de unos 25 años, tenía una larga melena castaña y unos preciosos ojos verdes. Era delgada y alta, y su rostro presentaba un gesto amable .
Camilia no fue muy bien recibida, ya que los habitantes la culpaban a ella de las desgracias pasadas ¡y solo porque era la nieta de Caius Tames! Aunque ella ya se esperaba un recibimiento parecido, ya que Caius se lo había advertido antes de emprender su viaje a su añorada Karmo, aunque sólo la conocía por los cálidos relatos que su abuelo le contaba en las noches de invierno. No le fue fácil encontrar hospedaje, pero una mujer, antigua amiga de la familia la ayudo, ofreciéndole una habitación y su ayuda en todo lo relacionado con su abuelo.
La causa de la visita de Camilia era calmar la intriga de conocer el palacio de su abuelo, que tantas veces le había descrito y aclarar la fuga de Caius, ya que él le había contado aquella historia y el motivo de su huida . Al ir a visitarlo, Camilia observó cada detalle que su abuelo le había contado, pero para su gran asombro, el elemento más importante no estaba allí. Tras su búsqueda Camilia se percató de que el mosaico había sido enterrado por los habitantes de Karmo, ya que decían que no querían recordar las desgracias traídas por su abuelo. Camilia, con la única ayuda de la antigua amiga de su abuelo desenterró el mosaico, dejando al descubierto su esplendor. Camilia lo observó con gran expectación y entendió por qué su abuelo le tenía tanto aprecio al mosaico. Entonces convocó una reunión en el pueblo para aclarar la huida de su abuelo. Camilia explicó que su abuelo estaba gravemente enfermo y se fue para buscar un remedio a su mal, aquello no sucedió y con resignación fue a ver por última vez a su familia, allí en su tierra natal encontró a un curandero que milagrosamente encontró un antídoto y entonces decidió permanecer allí con su familia, y por eso no volvió Camilia continuó diciendo que ella venía de parte de su abuelo a solucionar todo y volver a llevar la alegría y el esplendor a Karmo. Tras el discurso algunas personas quedaron convencidas, pero otras, por desgracia, aún tenían resentimiento y no atendieron a razones.
Camilia con la ayuda de los demás ciudadanos volvió a levantar la mansión de la familia Tames , que volvió a tener su antigua majestuosidad. Ya cerca del verano, los habitantes de Karmo decidieron intentar restaurar la pasada tradición, así, igual que muchos años atrás cuando la luz del sol tocó la cara de Vertumnus, mandaron sembrar, y meses después, la cosecha estaba como nadie nunca había visto, los cultivos sembrados brillaban esplendorosos y el verde de sus campos era luminoso. El pueblo agradecido a Camilia le suplicó que fuese la nueva encargada de la tradición del mosaico y ella sin dudarlo aceptó. Karmo recuperó su popularidad e incluso consiguió más fama de la que habían conseguido con Caius Tames.
Carmona, hoy en día sigue conservando el esplendor de las construcciones que con tanto amor erigieron nuestros antepasados.

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